sábado, 25 de julio de 2015

Epílogo (resumen y reflexiones)

Atrás han quedado muchos kilómetros recorridos pero muchos más por recorrer. En realidad hice el viaje que tenía planeado, aunque por ganas lo prolongaría durante meses. El mayor hándicap es la lejanía de Sudamérica y volver a estas tierras es complicado, pero hay tantas cosas que ver, tanta gente a la que conocer, lugares increíbles que disfrutar..., quien sabe...

Próximo a la costa, por la Panamericana
Llamas en el altiplano
Guardian de mi tienda, en la playa

Perú primero y Bolivia después, son dos países que me han sorprendido gratamente por su belleza, su geografía y su clima. Empecé en Lima, con calor, demasiado para mi, y discurrí hacia el sur siguiendo la carretera Panamericana por lo que es un larguísimo corredor pegado al mar y un desierto en toda regla que me permitieron montar la tienda en una playa solitaria para hacer noche y hasta darme un baño en el Pacífico. Y tienen ambos países una altiplanicie árida y fría donde las llamas, las vicuñas y los cactus aportan una imagen distinta y deseada. Y la selva, ese elemento mágico que dejo pendiente de visitar.

En el Centro de Interpretación de Paracas cuelga un cartel con una frase de David Bellamy, botánico y divulgador científico que dice así:
"Si hubiera una catástrofe planetaria y tuviera la posibilidad de elegir un país para salvar y reconstruir el planeta, sin duda escogería el Perú". Yo, he encontrado tantas similitudes entre los dos países que humildemente me gustaría hacer extensivo el alcance de tal afirmación también a Bolivia.

Han sido dos meses intensos y que han dado mucho de sí porque dediqué el tiempo necesario a conocer todos los objetivos que había planificado. Para mi fueron, desde muy joven, lugares que estaban en mi mente, espacios sobre los que había leído y su existencia tiraba de mi como un imán. A saber:
Hablo de Huacachina, a tan solo 5 km de Ica hay un oasis que me dejo pasmado.


Oasis de Huacachina

Sabía del lugar y había visto fotografías, pero como de costumbre, las imágenes no dan la idea exacta de la espectacularidad del caso. Lo digo especialmente por las grandiosas dunas de arena, más propias del Sahara que de este lugar del Perú. Un lugar para visitar y sorprenderse. Y hablo de Paracas, de sus Islas Ballestas, de su famoso y más misterioso "candelabro". Y si de misterio hablamos no puedo dejar pasar por alto las famosas lineas y figuras de Nazca, que tantos desvelos le costaron a la arqueóloga y matemática Maía Reiche en toda una vida dedicada a su estudio.

Colibrí, una de las figuras de Nasca


Y de aquí, un salto sobre la inmensidad de la cordillera de Los Andes para situarme en la cifra mágica de los 5000 m.s.n.m. y sufrir del mal de siroche, ese mal de las altura que ocasiona la falta de oxígeno y el enrarecimiento del aire, especialmente si se hace practicando ejercicio, como era el caso.


Pero bien mereció la pena los dolores de cabeza y las compulsivas bocanadas de aire que el cuerpo exigía en busca de más oxígeno, porque esas montañas son espectaculares en altura y en belleza. Disfrutar de los colores tan cambiantes, del aire, del frío de la época, de los rebaños de llamas y vicuñas, de los amaneceres y las puestas de sol... cada día era una jornada distinta y llena de belleza.


Qué decir de Cusco y del propio Machu Pichu. Más emblemáticos no pueden ser, ni más deseados tampoco. O el viaje en el famoso tren entre Ollantaytambo y Aguas Calientes, y la subida al poblado. Que Machu Pichu esté declarado como una de las maravillas del mundo y patrimonio de la humanidad lo dice todo pero luego queda la visión personal, la que aportan los propios sentidos, y eso es lo mejor. La magnitud de la obra, sus profundos valles la vegetación y los verdes que rodean el poblado, su arquitectura y su trabajo con tan precarios medios . Es difícil explicarlo con palabras.

Las jornadas siguiente me llevaron a Juliaca y Puno por el altiplano durante cientos de kilómetros a unos 3800 m.s.n.m. casi constantes . En realidad, el reclamo fue el Lago Titicaca, otra referencia ineludible, el lago más grande a mayor altura que existe sobre La Tierra. Allí, la visita obligada fue a la Isla flotante de los Uros y, aprovechando el barco, también a la Isla Taquile. Hoy los Uros siguen residiendo en esas islas que ellos construyen con un junco llamado "totora", aunque viven casi exclusivamente de las visitas de los turistas y de la venta de sus artesanías. Todo lo acaba desvirtuando el dinero y la picaresca. Pero mereció la pena entender in situ cómo son, cómo eran y como construyen sus viviendas.

Y marché 140 km a lo largo de un bellisímo Lago Titicaca buscando la frontera con Bolivia. Para alguien que como yo vive a la orilla del mar, causa la extraña sensación de estar en casa, es tanta la inmensidad del agua y su intenso color azul que tu cabeza sigue "viendo" mar y no un lago. Fantástico de veras.

Tuve la tentación de girar mi ruta el sur camino de Arequipa para visitar el Cañón del Río Colca fueron grandes los deseos. Me consta la belleza del lugar pero volver a cruzar Los Andes dos veces más, era demasiado para mi físico y para mi mente. Sí, porque luego debería volver hacia Bolivia y eso suponía demasiado esfuerzo. Así pues, cambié de país través de la frontera más conocida: Copacabana.

Copacabana e un lugar muy turístico situado en la parte del Lago Titicaca perteneciente a Bolivia. Por descontado que el turismo en la vía principal de ingresos en la vida de su gente. Aquí es casi obligado una visita a la Isla del Sol o a la Isla de La Luna. Particularmente disfruté más de la excursión en Puno, especialmente porque los bolivianos se limitaron a subirnos al barco, soltarnos en la Isla del Sol y recogernos a la hora convenida. Mala la organización. Y lo peor es que debido a la deficiente información recibida algunos quedamos en la parte sur de la isla y nos perdimos la parte más interesante. 

Pero en mi cabeza había un destino al que tenia enormes deseos de llegar y que era una de mis referencias: Uyuni. Si, pero tendría que pedalear mucho hasta entonces y sufrir unas horribles carreteras en obras a 3800 m.s.n.m. y mucho desierto, superficies planas y agrestes hasta el aburrimiento.

La Paz, la capital, me decepcionó un poco, o mejor dicho, no supe apreciarla. Está metida en una hondonada y vayas a donde vayas has de subir cuestas. De todos modos mi actitud turística fue nula porque lo que en realidad me interesaba de esta plaza era tomarla como base para ir a realizar el descenso en bicicleta por el antiguo Camino a Los Yungas, mítica donde las haya por el tremendo grado de peligrosidad que a lo lago de décadas se ha ganado a base de desgraciados accidentes que cada año dejaban cientos de muertos. 
Un poco estrecha, ¿verdad?
Es tan estrecha y sus precipicios tan profundos que los vehículos circulan por la izquierda y los que suben tienen prioridad, debiendo detenerse los que bajan en caso necesario para dejarles vía libre; se trata de que los que suben lo hagan  alejados del borde peligroso consiguiendo de este modo un doble objetivo: ver por donde van las ruedas y evitar que los camiones cargados romper los bordes de la carretera con peligro de despeñarse.

Hasta 800 m. de desnivel
 Era un día normal de temperatura fresca como correspondía a primera hora de la mañana y camino del invierno. Llegamos en furgoneta a unos 4700 m.s.n.m. y ahí, ya en las bicicletas y  equipados de ropa, guantes y casco comenzamos un descenso que nos llevaría a bajar durante varias horas los más de 55 km de curvas cerradas por un camino de tierra atravesando riachuelos y alguna cascada que nos bautizó con su agua. Un paisaje precioso y de profundos valles que era mejor mirar de soslayo porque no hacía gracia imaginarse caer desde alguna de las múltiples curvas del recorrido.

Y la ropa iba sobrando a medida que la altura disminuía porque nos adentrabamos en terreno selvático de grandes plantas, espesa vegetacion, mucha humedad y un calor sofocante. Llegamos empapados de sudor y con el ánimo alterado por el descenso. Esta bajada era un sueño que acababa de cumplir y la emoción fue grande.

 El viaje continúa hacia otro deseado objetivo: Uyuni. Lo hice a través de grandes planicies situadas a una media de 3850 metros de altura y durante más de 600 kilómetros de carretera aburrida y polvorienta, pero el objetivo estaba fijado y la ilusión en todo su apogeo.

En el Salar de Uyuni

Amaneciendo en el salar
 
Ver el Salar de Uyuni,  pisarlo, dormir a pie del vocán Tunupa, contemplar el amanecer, su puesta de sol y  una luna llena esplendorosa perdiéndose por el horizonte es algo que ya queda en mi recuerdo por los días de mi vida. Un mar de sal, un desierto en toda regla que te deja perplejo y que pude pisar, no solo con mis pies, también rodar con mi bicicleta a la que no podía dejar al margen de tal acontecimiento.

Isla de Incahuasi
Y la visita a la isla Incahuasi, tan reconocible por sus cactus, algunos de varios metros de altura y donde me harté de sacar fotografías y recorrerla a pie disfrutando de las vistas sobre el salar. Tres días allí fueron suficientes para hacer "caer" otro emblema de cualquier viajero por Sudamérica.

El camino se iba acortando y entraba en las últimas etapas de mi viaje. Me esperaba Potosí, lugar que debe su fama mundial a las minas de plata ahora venidas a menos, agotadas por una explotación brutal de los colonizadores españoles en ese Cerro Rico, de figura cónica casi perfecta y que se yergue orgulloso sobre la ciudad.
 
Resultado de imagen de cerro rico
El Cerro Rico
Hoy, de las minas se extrae un mineral que en en absoluto es tan rico en plata como antaño pero la minería sigue siendo cuestión clave en la economía del lugar. Mi idea y deseo cumplido era conocer in situ, interiormente, una de están minas. Y así fue, una experiencia realmente asombrosa, esecialmente porque en un alarde de falta de rigor profesional nos adentramos compartiendo espacio con los propios trabajadores y sin medidas especiales de seguridad. Pude comprobar lo duro que es ese trabajo que les lleva a situaciones de consumo de hoja de coca y alcohol más allá de lo aconsejable, pero que les sirve de estimulante para aguantar el ritmo de trabajo y el cansancio. Por supuesto que en ocasiones lo pagan caro pues los accidentes personales son mas que frecuentes.

Resultado de imagen de cerro rico
El "Tío"
Es lógico que esta gente sea supersticiosa en grado sumo, lo que les lleva a adorar a un ser al que apodan "El Tío" que tiene figura de demonio, cuernos incluidos y que es portador de un gran falo como representación de la hombría y/o fertilidad del propio minero. Se supone que en las profundidades de la tierra gobierna el demonio, cosa contraria a Dios que lo hace en las alturas. Y entre ambos andan estas buenas gentes, encomendándose a uno o al otro según sus conveniencias.


A partir de aquí solo me quedaban dos referencias de cierto interés histórico, por decirlo así. La una está situada en La Higuera, lugar donde dieron muerte al Ché Guevara y que aún conserva la escuela y el pupitre sobre el que estuvo prisionero. Es una zona de sierra, dura para pedalear y aparte de la curiosidad no me atraía en lo más mínimo. Lo sopesé y decidí no ir a pesar de sentirlo mucho. Otro de mis deseados destinos estaba en el pueblo de Samaipata donde un complejo arqueológico llamado
El mayor petroglifo delo mundo

El Fuerte es famoso por ser considerada la mayor obra rupestre del mundo y estar declarado como patrimonio cultural de la humanidad. Es una enorme piedra esculpida de unos 240 metros por 60, lo que la convierte en el mayor petroglifo conocido. Está a casi 2000 m.s.n.m. y decidí llegar allí en bicicleta (sin las alforjas) a pesar del barro y agua que tupe que soportar. Y calor, mucho calor y altísimo grado de humedad que dejó mis fuerzas maltrechas. Pero lo hice y la satisfacción fue doble.

Y termina mi viaje en Santa Cruz de la Sierra, una ciudad importante. A mi me gustan sus espacios grandes, sus amplias calles, su ubicación en terreno llano..., vamos, el lugar ideal para que los que mandan puedan planificar y construir de modo barato una red de carriles bici que fuera la envidia de cualquiera. Evidentemente no lo van a hacer. Por acá, la bicicleta el un artículo ajeno a las carreteras y despreciado con saña por cualquier automovilista.

Pasé varios días en la ciudad sin tocar la bici. Mi mente se ha relajado olvidándome del pedaleo diario y de solucionar cada una de las preocupaciones cotidianas. Ahora he dedicando el tiempo a conseguir un embalaje lo más adecuado para meter la bicicleta y facturarla, y preparar mi equipaje para el regreso a España. Fecha prevista, el día 28 de julio. Me he relajado en exceso, aliviado de preocupaciones y llegado a la conclusión de que, de no haberme apurado en conseguir el pasaje de avión, estaba ya en condiciones de seguir moviéndome de nuevo. De hecho tengo "mono" de viajar. Hubiese ido camino de Iguazú a través de Mato Grosso de Sur, en Brasil, que esa era la idea programada inicialmente pero ya tomé una decisión y regreso a casa.

Vuelvo conociendo un poco más de mi. Como en cada viaje he disfrutado, sufrido, me he enfadado, entristecido, superado temores y montañas, fríos y calor. Todo ello me ha hecho un poco más fuerte y me ha permitió perder alguno más de mis múltiples miedos. No he podido evitar críticas a personas y modos de hacer o de vivir, pero no por ello dejo de reconocer que he viajado voluntariamente por países distintos al mío y de costumbres ajenas. Alguien decía que los países están diseñados para que su propia gente se sienta cómoda, no el visitante. Así pues tendré que pedir disculpas por no haber sabido entenderlo siempre y haber elevado mi voz en más de una ocasión.

Y es, debe ser normal, que en cada final de viaje se apodere de mi el sufrimiento de la nostalgia. Las nostalgias (mejor en plural), la una por lo que dejé en España, y la otra, por dejar de moverme y seguir conociendo gente y andar tierras. Y es que viajar es tan completo, tan redondo, tan útil, tan..., tan... Y hablo de viajar, no de ejercer de turista. El viajero comienza cada día sin saber casi nada de lo que ocurrirá en la jornada. Yo nunca podía saber con quien hablaría, donde pararía a comer, donde conseguir un alojamiento  -o no-, todo es distinto aunque parezca rutinario, y este modo de vida, a mi, me parece fascinante. Con ilusión y los sentidos alerta nunca puede haber aburrimiento, y siempre se encuentran cosas positivas a pesar del sufrimiento, que lo hay, como no. Y es ese sufrimiento, el físico y el anímico, la soledad, las horas de  meditación sobre la bicicleta etc., te enseñan a comprender cosas que normalmente no ves de ti mismo. Eso que llaman algunos, viaje interior.

He viajado y lo seguiré haciendo par ver aquello que veo, para ir, para conocer más gente y más lugares, para aprender, para dejar atrás prejuicios, para acercarme a lo nuevo, para estar cada día un poco loco, para aburrirme y disfrutar de mi aburrimiento, para estar solo y disfrutar de la soledad. Y al final, para acabar como ahora, con ganas de comenzar de nuevo, con mayor ilusión que la vez anterior. Pero por encima de todo, este viaje en concreto, me devuelve a casa, a mi entorno habitual, a mi vida cotidiana, con una enorme carga de humildad.

    Contemplando el Lago Titicaca

lunes, 20 de julio de 2015

Santa Cruz (el fin de un viaje fantástico)

Hace dos tres dias que ya estoy en Santa Cruz de la Sierra. Tal como planeé, entré en sábado, en una etapa sencilla, absolutamente llana y con el único inconveniente de entrar en bicicleta en una gran ciudad. Lo tomé con mucha calma y actitud filosófica, a sabiendas de lo que había.

Actualmente tengo la suerte de estar invitado en una Casa para voluntari@s perteneciente al  Proyecto Hombres Nuevos  gracias a la gestión de mi amigo Pablo que trabaja aquí y al que conocí y con quien compartí voluntariado en Alicante hace algún tiempo. Estoy muy agradecido, a él y a la ONG porque además, me da la oportunidad de conocer a un buen puñado de españoles que están temporalmente ayudando en alguno de los múltiples proyectos.

Iré sacando alguna fotografía de la ciudad y la pondré en un enlace. Por lo demás, el viaje lo doy por concluido y solo me resta, si me decido a ello, sacar algunas conclusiones que colgaría como epílogo de este blog. Mientras, dispongo de tiempo para gestionar el pasaje de vuelta y preparar mi bicicleta, que obviamente se viene conmigo para España. Espero tener más viajes con ella para compartir. Como de costumbre, el cuerpo dice que no, pero mi mente camina en sentido contrario. ¿Quién ganará?


viernes, 17 de julio de 2015

Barro, barro y más barro

Para empezar "positivo" voy a tener un recuerdito para mis amigos los descerebrados del volante. Sé que debo ser justo con el 3% (más o menos) de los educados, pero del resto, si les cayesen encima todas las maldiciones, improperios e insultos directos que les he dedicado esta mañana, seguro que dejaba un país lleno de huérfanos. Vaya ralea, ni en las horribles condiciones de este viaje son capaces de mostrar una pizca de cordura y solidaridad con un simple ciclista. Cuanta educación hace falta en este país... Y me da igual si se cabrean pero no hay otra explicación a comportamientos tan salvajes.

Bueno, que ayer estaba yo en Samaipata con el amigo Leonard viendo la ruta de esta mañana camino de Santa Cruz y salia un perfil de lo mas cómodo. Leonard es un chiquito francés de 25 años que acabó la carrera de economía y lleva ocho meses pateando Argentina, Chile y Bolivia, camino de Perú. Así que todo estaba calculado para llegar hoy viernes e este pueblo llamado los Tornos, y el sábado hacer la entrada triunfal en la capital. Y así será si no hay novedad, lo que no contaba nadie era con los nuevos cortes en la carretera.

Hice los primeros kilómetros en un suspiro, en medio dela niebla y por un paraje mas propio de la selva, de vegetación increíble y por un valle hermoso siguiendo el curso de un río.

Mi nuevo amigo marcando el camino
Y conseguí un nuevo amigo mientras subía el único puerto del trazado. Por el rabillo del ojo vi la sombra de un perro a mis espaldas y me llevé un susto pues es normal que sea perseguido por los chuchos con intenciones poco amigables. Pero no, este bonito perro negro se arrimó a mi y me acompañó cerca de una hora sobre el barro y bajo un manto de niebla y lluvia . No es la primera vez que me pasa en este viaje con otros canes; recuerdo allá en la primera jornada en Perú a otros dos que después de los primeros ladridos de advertencia, fueron buenos chicos y fieles guardianes durante toda la noche, apostados a pie de mi tienda de campaña. Todo un comportamiento absolutamente distinto al habitual, donde soy permanentemente perseguido por verdaderas jaurías al paso por los pueblos. Va a ser que tengo algo de lobo solitario y ellos lo detectan en sentido negativo o positivo, según el caso.


Al fondo, entre la niebla, los camiones parados
Al comenzar el descenso del puerto empezó la carretera a cubrirse de barro y enseguida encuentro los primeros camiones parados. Mi mosqueo se confirma y durante toda la bajada el caos se apodera de la calzada. Hay derrumbes de tierra y piedras constantes, es arcilla, un barro marrón oscuro que lo impregna todo y hace que los vehículos patinen y resbalen en todas direcciones. No hay un solo policía a la vista ni nadie de la red de carreteras. Cada cual quiere ser más listo que el de al lado y tratan de colarse. El resultado es un despelote de coches y camiones cruzados que impiden el paso hasta a la gente que quiere caminar. Me costó Dios y ayuda avanzar entre los vehículos con una lentitud desesperante  mientras la bici y mi calzado se cubrían del pringoso barro.

De mirones, mientras las máquinas hacen su trabajo
Me las prometía felices cuando me alejé de aquel follón. A los pocos kilómetros apareció una nueva caravana de vehículos parados y esta vez no hubo forma de continuar mientras las máquinas paleadoras consiguieron rellenar el hueco que dejó una parte de la carretera al desplazarse lateralmente más de diez metros por culpa de las lluvias y las enormes rocas que cayeron desde el monte. Casi una hora esperando, ya estaba harto porque cada pocos minutos se acercaba alguien y me preguntaba por mi vida, mi viaje, que si la bici vale mucho, que cuanto pesa, que si me la llevo para España... joder, vaya mañanita.

El resto del viaje fue llano pero igualmente sobre barro y agua. Y mucho aguantar a los cabrones que mencionaba al principio.

Ahora me queda descansar y mañana espero que sea sencillito el día con llegada temprano a Santa Cruz y empezar a preocuparme por organizar las cosas para el viaje de vuelta.

Paciencia y a esperar...


ENLACE a fotografias




jueves, 16 de julio de 2015

Samaipata

Esta mañana estaba decidido  a irme de Los Negros por la vía que fuese. El cielo oscurisimo, la lluvia incansable  y el aburrimiento de estar metido en una triste  habitación era demasiado aguantar. Amaneció inestable pero me animé  a salir.
Rescate de un coche que calló al río 

Me coloqué dos chubasqueros,  uno encima del otro, y salí a la aventura.


Fui encontrando barro, derrumbes y rios muy llenos. Hasta coches siendo rescatados del agua. Pero tuve suerte y la mojadura no fue exagerada.



Mucho llaneo sobre un asfalto parcheado, un día muy oscuro y nubes negras y amenazadoras.

Pasado Mairana, surgió uno de esos puertos que manda carallo y tardé hora y media en superarlo, acompañado constantemente de una llovizna persistente y una enorme colonia de buitres, tan negros, como el puñetero día.


Samaipata me sorprendió  por la cantidad de alojamientos que tiene, pero más aún porque siendo un día entre semana, muchos de ellos tienen colgado el cartel de ocupado. El motivo es simple: después de dos dias sigue cortada la carretera que va a Santa Cruz de la Sierra, a unos 40 km de este pueblo. He visto gente desesperada, trabajadores que salieron de casa para una jornada de trabajo y se ven atrapados sin dinero y sin ropa para cambiarse. Como pueden, van capeando el temporal pero nada parece indicar que el camino quede franco antes de otras 24 horas. Hace tan solo un rato he visto suplicar a una familia de seis para que les dejaran ocupar una sola habitación en este mismo hotel donde estoy, que dicho sea de paso me esta costando más de lo previsto porque las opciones para elegir son escasas. La gente esta muy cabreada con el gobierno porque además, no informan sobre el problema y en la zona donde se derrumbó la carretera hay un gran atasco de camiones y autobuses que no pueden dar la vuelta. Ahora es noche. Yo, mañana voy de visita a un monte, a un lugar llamado El Fuerte y continuaré después esta crónica.



Son las tres de la tarde del dia siguiente. El hotel se ha quedado vacío de golpe ya que al fin el bloqueo de la carretera se ha levantado y el camino hacia Santa Cruz quedó libre.

Esta mañana subí en bicicleta al monte dónde está localizado el complejo arqueológico llamado El Fuerte.


¿Rampa de despegue en la roca?
Conozco este lugar desde hace décadas gracias a uno de los libros de Von Daniken y sus famosas y controvertidas teorías. Hay en este  complejo dos líneas paralelas esculpidas en la piedra que se asemejan a una rampa de lanzamiento y a las que este divulgador asocia con despegues de naves de otros mundos.

Las lluvias de estos días han convertido la subida al monte en un lodazal asi que tengo la bicicleta llena de barro y yo mismo llegué bastante sucio aparte de cansado. Lo peor es que cobran las entradas a estos parques como si los extranjeros todos fuéramos millonarios. Al final del viaje habré gastado un buen dinero en cosas asi.mi

La visita mereció la pena a pesar del coste, aunque solo sea por la espectacularidad de los paisajes y el contacto con una Naturaleza que por aquí es una explosión de color y vegetación.




miércoles, 15 de julio de 2015

Los Negros

Aiquile, Saipina,  los Negros

Hoy me siento acorralado en mi habitación. Estoy en Los Negros, un pueblecito a 200 km de Santa Cruz cuyo nombre es tan "oscuro" como el cielo de ahi fuera. Llueve con ganas como hacia tiempo que no veia desde que sali de España. Y no es extraño, porque estoy situado en zona seudo-tropical. Las temperaturas oscilan entre los 25 grados de máxima y 13 de mínima, con altísimo grado de humedad. Baste decir que esta noche dormí sobre la cama y sin tapar hasta bien entrada la noche. Y esto no estaba previsto, Internet daba unas previsiones sin  lluvia y me temo que hoy el día ya esta amortizado a la espera de ver que sucede en las horas próximas.


Hace un par de dias tuve que subirme a un autobús en Aiquile para adelantar camino porque la carretera de tierra es intransitable a riesgo de llegar envuelto en una capa espesa de polvo y tragar otro tanto. Este país tiene unas carreteras demenciales. Aun así, quedé a dormir en Saipina, por ser el lugar mas cercano con alojamiento, lo que me obligó a madrugar muchísimo para andar los 30 km de camino de tierra hasta dar con el asfalto evitando en lo posible el tráfico de autobuses y camiones. Muy sucio y muy dura la subida por tierra. Debo aclarar que cuando digo tierra es también graba, y en las curvas el polvo finísimo puede tapar piedras del tamaño de un puño. De hecho, la bicicleta se fue al suelo en un par de ocasiones por haber pisado algunas que yo ni veía.


De nuevo he vuelto a transitar por zona desérticas. Para enterdernos: a los caminos de tierra, añado la falta de agua, la vegetación baja y los millones de cactus como compañeros siempre presentes. Y esta vez también una buena cantidad de buitres negros que se daban un peleado banquete a costa de un gran perro muerto en la carretera.

Sigue lloviendo torrencial mente, el cielo está plomizo y parece que no quiera parar nunca de llover. No queda otro remedio que resignarme a quedar parado durante todo el dia. Tenía pensado llegar a Samaipata, un bonito lugar con unos petroglifos espectaculares que quiero visitar. Aquí me quedo contemplando este verde paisaje desde la terraza de mi alojamiento. Un verde que solo puede darse donde hay mucha lluvia y calor, como es el caso.





martes, 14 de julio de 2015

Mi banderita -faro de retaguardia- (o lo que hace un día de aburrimiento)

Banderita de blanco pecho
Cruzado por celeste franja,
Compañera de aventuras
Que cubres mi retaguardia
Del bruto que volantea y pita
Amiga mía del alma...
¿Qué te pasa?
Te miro, y mustia te ve mi mirada
Como triste, aburrida y cansada
Lejos de aquel flameo alegre
Del Perú de iniciada.

Verás, compañero,
Amito de mis telas pintadas
Tú mejor que nadie
Que compartes mis jornadas
De días de polvo, calor, y sudadas
¿Tu preguntas qué me pasa?
Verás, despistado,
Se nos acumula el cansancio
El polvo entre los dobladillos
Los días, las desganas
Las alturas, los sofocos
Las comidas de coco
las nostalgias, los calores
Y los fríos de tremada.
Así pues, papito,
Compañero de pedaladas,
¿Qué te extraña?
Tú, aunque reconocer no quieras
El mástil ya no levantas
Y yo, sucia, pálida y ajada
No soy la mocita de antaño
Alegre y desenfadada.
Nomás sea por empatía,
Por fidelidad con mi, con ti
Compañero de mis puntadas
Mientras tu no te repongas
Y el mástil des en izada
Yo flamear no quiero
y tampoco me da la gana.

             --- ooOOo ---

sábado, 11 de julio de 2015

Sucre y Aiquile

Con los tradicionales síntomas de tos, picor de garganta, dolor de cabeza y mucosidad. En esta situación he avanzado como una especie de autómata y he parado más tiempo del esperado en Sucre para tratar de reponerme.



El Hostelling de esta localidad está bastante bien y tiene unas instalaciones que invitan a quedarse, además es barato. Lo peor es que estoy harto de comer pollo, te lo ofrecen de un montón de formas y hay pocas alternativas a comer mas variado salvo que acudas a un buen restaurante del centro y te gastes una pasta.

Arriba, en esa terraza esta mi habitación, qué lujazo
Afortunadamente el frío ha ido remitiendo y hay una temperatura muy buena. Igual tiene que ver la visita del Papa a Bolivia, que dicho sea de paso, trae en jaque a todos los medios de comunicación. Una locura, la verdad. En realidad no es ningún milagro, más bien se trata de que he descendido en altura y se nota. De hecho, en un periódico nacional venia esta noticia del tiempo que no me he resistido a fotografiar
8 grados bajo cero en Potosí, ciudad que abandoné hace tres días y donde pillé este catarro tan jodido. Y la noticia: Que debido a la ola de frío prolongan las vacaciones escolares de invierno. Carajo, que uno no de queja ni estornuda porque si, jajaja.

¿Cercado para camélidos?, quién sabe...
Como anecdótico queda un pueblo llamado Betanzos, igual que el nuestro de Galicia, antes de llegar a Sucre. Intenté averiguar el origen por razones obvias, pero me ha sido imposible. 

Pero, oh, curiosidad y casualidad: resulta que en nuestro Betanzos boliviano también existen petroglifos de círculos concéntricos tan iguales a los muchos y variados de Galicia.

En Carabaya, Puno, Perú, así como en la región de Betanzos, se nota en las pinturas rupestres largas líneas en semicírculo, representando al parecer tales cercados que servían para atrapar a los animales

La última tarde en Sucre fui de visita a la ciudad. Hay un cambio sustancial en la gente, en su mayor variedad de tipos, en su modo de vestir más actual, en un modelo de vida mas moderno  etc., a medida que me voy acercando a Santa Cruz. Aquí es posible encontrar restaurantes y cafeterías al modo europeo, donde conseguir un café expreso es fácil, cosa casi imposible hasta ahora. La ciudad tiene edificios de corte colonial preciosos y coloridos.

Y lo poco que vi bajo la iluminación artificial una vez caída la noche, compensa otra visita que ya no podré hacer.


Imagen nocturna de Sucre
Después de meterme entre pecho y espalda un trozo de tarta riquiiiisimo y un café ídem, me senté en la plaza principal a leer un rato entre el bullicio de los niños jugueteando y el paseo continuo de la gente. Es una forma de compensar los muchos días de caminar solitario. A mi izquierda una mujer de largas trenzas vende globos que previamente transforma en figuras, y a mi derecha un grupo de jóvenes argentinos (quizá uruguayos, el acento siempre me confunde), que venden artesanía en cuero. Y un hombre se sienta a mi lado en el banco público, y rato después otro hombre mayor que arrastra un carrito muy pequeño se dirije directo a mi mirando simultáneamente a mi cara y al libro que leo.

- Hola, le gusta la lectura, ¿verdad?
- cierto
-¿Qué lee?
- A Vargas Llosa
-¿de qué trata?
- (...)


y así, poco a poco, entramos en dialogo, primero él conmigo y luego se sumó el hombre sentado a mi lado. Que buen rato... el tal hombre del carrito resultó ser un abogado que no ejercía pero que se dedica a vender su carga de origamis y manuales para confeccionarlos. Algo inaudito. Y lo mejor, este hombre era una enciclopedia andante sobre historia mundial. Aparte del buen rato disfrutando de su sabiduría, me dejo algunas claves de como va el país. Me quedé  sin saber por qué un hombre culto y abogado no ejercía como tal y se dedicaba a la tan rara labor carrito en mano.

Aiquile: Famosa porque aquí se fabrican de los mejores charangos del país. Y en Aiquile me he vuelto a parar un día más de lo esperado porque aun sigo tocado por el catarro, por la tos, en realidad. He tratado de comprar Vick Vaporup, pero por aquí nadie parece conocer el producto.

Bonita iglesia en Aiquile





Monumento al charango









 

Me informan que la carretera esta en tierra en los próximos 120 km así que otro tormento sobre tierra y piedras. Ayer, mis alforjas volvieron a llenarse de polvo por una calzada con bastante trafico, y sin arcén. Fue el clásico día donde los cafres del claxon no paran de portarse como energúmenos.

lunes, 6 de julio de 2015

POTOSI (visita a una mina de plata)

Cerro Rico
El Cerro Rico debe estar perforado como un queso gruyer. Este monte a cuyo pie se extiende la cuidad de Potosí, alberga decenas de minas desde los tiempos de los conquistadores.
Luciendo modelito frente a la boca de la mina

Hoy, hemos entrado en una de las más antiguas para entender un poco como se trabaja y como es por dentro. Técnicamente,  la explotacioon no difiere mucho de una de carbón.

Actualmente es prácticamente imposible conseguir vetas de mineral más o menos puro así que lo que se extrae en un mineral mezcla de plata (poca), y zinc, en su mayoría, y otros metales. La mina es lo que me esperaba, nada me sorprendió, pero si todo lo que hay en torno a ella, a los trabajadores, al ambiente y a las actitudes.
Trabajadores y visitantes comparten espacio, algo inaudito

Para empezar, es llamativo girar visita a una mina en plena explotación, con las vagonetas y los mineros moviéndose y trabajando normalmente.

Hay que observar que las medidas de seguridad  eran tan simples como poner un casco, más que para proteger, para sustentar la luz eléctrica. Y es que hemos pisado por suelo con barro y por tanto resbaladizo, y hemos pasado sobre maderos que cubrían pozos verticales de forma bastante precaria.
Atravesando el hueco sobre un simple tablón resbaladizo
Aunque nada ocurrió, una caída hubiese sido bastante probable. Y hemos bajado escaleras de madera hechas artesanalmente para alcanzar niveles inferiores..., en fin, algo bastante insensato, más si tenemos en cuenta que la visita no incluyó  ningún  tipo de seguro médico. A mi no me cabía en la cabeza todo lo que estaba viviendo.

Otra cosa, aquí, que nadie busque al ingeniero que dirige la mina. Resulta que todo es un caos organizado, al punto que un minero decide por su cuenta abrir una nueva galería porque encuentra una veta y decide seguirla. Y si es  fructífera, se convierte él, o el grupo, en dueño y señor y decide y negocia..., o eso entendì. En fin, todo un poco raro desde el punto de vista organizativo. Dada las circunstancias, imagino que por aquí nadie estudia ingeniería de minas, pa qué.

En lo personal los mineros son muy supersticiosos, cosa que ya me imaginaba.

Ofrenda a "EL Tío"

Adoran a un ser extraordinario al que llaman "El Tío"; un ser a caballo entre lo profano y lo sagrado y que, al parecer, existe desde el tiempo de las colonias. Tiene figura de demonio, al estilo clásico, con cuernos y todo, y porta un magnífico falo que atañen a la fertilidad propia de los mineros. O sea, que los bolivianos siendo como son católicos (y mucho) en más de un noventa por ciento, a la luz del día se encomiendan a Dios y allá abajo, al señor de los infiernos. Así cualquiera, ¿no?.

Los visitantes, casi siempre turistas, portan ragalos para los trabajadores: refrescos, hojas de coca, que consumen en cantidades enornes, tabaco y alcohol.  Y ojo, cuando digo alcohol me refiriero a licor de caña de azúcar de 96 grados. Estos regalos se compran en un una tienda a la que te lleva el organizador de turno; no deja de ser algo "obligado", aunque nadie te obliga a comprar.

Así que hicimos una paradita en los aposentos de "El Tío" y nuestro guía formalizó ofrendas pidiendo su protección
                   
                       VIDEO  VIDEO

Una visita interesante, y sorprendente que no tengo claro si realmente mereció la pena.


ENLACE a fotografias