viernes, 17 de julio de 2015

Barro, barro y más barro

Para empezar "positivo" voy a tener un recuerdito para mis amigos los descerebrados del volante. Sé que debo ser justo con el 3% (más o menos) de los educados, pero del resto, si les cayesen encima todas las maldiciones, improperios e insultos directos que les he dedicado esta mañana, seguro que dejaba un país lleno de huérfanos. Vaya ralea, ni en las horribles condiciones de este viaje son capaces de mostrar una pizca de cordura y solidaridad con un simple ciclista. Cuanta educación hace falta en este país... Y me da igual si se cabrean pero no hay otra explicación a comportamientos tan salvajes.

Bueno, que ayer estaba yo en Samaipata con el amigo Leonard viendo la ruta de esta mañana camino de Santa Cruz y salia un perfil de lo mas cómodo. Leonard es un chiquito francés de 25 años que acabó la carrera de economía y lleva ocho meses pateando Argentina, Chile y Bolivia, camino de Perú. Así que todo estaba calculado para llegar hoy viernes e este pueblo llamado los Tornos, y el sábado hacer la entrada triunfal en la capital. Y así será si no hay novedad, lo que no contaba nadie era con los nuevos cortes en la carretera.

Hice los primeros kilómetros en un suspiro, en medio dela niebla y por un paraje mas propio de la selva, de vegetación increíble y por un valle hermoso siguiendo el curso de un río.

Mi nuevo amigo marcando el camino
Y conseguí un nuevo amigo mientras subía el único puerto del trazado. Por el rabillo del ojo vi la sombra de un perro a mis espaldas y me llevé un susto pues es normal que sea perseguido por los chuchos con intenciones poco amigables. Pero no, este bonito perro negro se arrimó a mi y me acompañó cerca de una hora sobre el barro y bajo un manto de niebla y lluvia . No es la primera vez que me pasa en este viaje con otros canes; recuerdo allá en la primera jornada en Perú a otros dos que después de los primeros ladridos de advertencia, fueron buenos chicos y fieles guardianes durante toda la noche, apostados a pie de mi tienda de campaña. Todo un comportamiento absolutamente distinto al habitual, donde soy permanentemente perseguido por verdaderas jaurías al paso por los pueblos. Va a ser que tengo algo de lobo solitario y ellos lo detectan en sentido negativo o positivo, según el caso.


Al fondo, entre la niebla, los camiones parados
Al comenzar el descenso del puerto empezó la carretera a cubrirse de barro y enseguida encuentro los primeros camiones parados. Mi mosqueo se confirma y durante toda la bajada el caos se apodera de la calzada. Hay derrumbes de tierra y piedras constantes, es arcilla, un barro marrón oscuro que lo impregna todo y hace que los vehículos patinen y resbalen en todas direcciones. No hay un solo policía a la vista ni nadie de la red de carreteras. Cada cual quiere ser más listo que el de al lado y tratan de colarse. El resultado es un despelote de coches y camiones cruzados que impiden el paso hasta a la gente que quiere caminar. Me costó Dios y ayuda avanzar entre los vehículos con una lentitud desesperante  mientras la bici y mi calzado se cubrían del pringoso barro.

De mirones, mientras las máquinas hacen su trabajo
Me las prometía felices cuando me alejé de aquel follón. A los pocos kilómetros apareció una nueva caravana de vehículos parados y esta vez no hubo forma de continuar mientras las máquinas paleadoras consiguieron rellenar el hueco que dejó una parte de la carretera al desplazarse lateralmente más de diez metros por culpa de las lluvias y las enormes rocas que cayeron desde el monte. Casi una hora esperando, ya estaba harto porque cada pocos minutos se acercaba alguien y me preguntaba por mi vida, mi viaje, que si la bici vale mucho, que cuanto pesa, que si me la llevo para España... joder, vaya mañanita.

El resto del viaje fue llano pero igualmente sobre barro y agua. Y mucho aguantar a los cabrones que mencionaba al principio.

Ahora me queda descansar y mañana espero que sea sencillito el día con llegada temprano a Santa Cruz y empezar a preocuparme por organizar las cosas para el viaje de vuelta.

Paciencia y a esperar...


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