domingo, 5 de julio de 2015

POTOSI (Valer un Potosì)

Si yo te hubiera de pagar, Sancho -respondió don Quijote-, conforme lo que merece la grandeza y calidad deste remedio, el tesoro de Venecia, las minas del Potosí fueran poco para pagarte; toma tú el tiento a lo que llevas mío, y pon el precio a cada azote".
Miguel de Cervantes Saavedra,"Don Quijote de la Mancha"

Potosí, donde me encuentro fue en tiempos de la colonización española una ciudad de importancia capital por su riqueza, que se extraía de las minas del Cerro Rico en forma de mineral de plata. Y es por ello que Cervantes alude a esta ciudad en su Don Quijote de la Mancha. Los españoles de la época, disfrutaban en Potosí de un lujo increíble y hasta obsceno si se tienen en cuenta la cantidad de nativos y esclavos importados que murieron durante la explotación de las minas. Una historia par recordar y superar, pero no para olvidar.

Mi ultima entrada al blog fue en Uyuni, ciudad desde la que partí un amanecer soleado en lo que comenzarla siendo varias jornadas duras de ciclismo hasta llegar a Potosí.

Uyuni me despidió con una sinuosa y prolongada subida. Allá abajo quedaba una vista del pueblo y del Salar. La cuestecita del carajo me dejó bien tocado para el resto del día, si bien me permitió llegar por llano hasta Ticatica, donde pernocté en el único alojamiento del pueblo. Y como es habitual, tuve que "tragar" con semejante bodrio y además, pagar. Compartí lugar y cena con una pareja de holandeses que llevan diez meses recorriendo Sudamérica desde el sur de Argentina. Al menos pudimos charlar sobre nuestras experiencias porque los nativos siguen resintiéndose al diálogo y me dan poca cancha.

De nuevo otra subidita de las narices al arrancar la jornada del día siguiente. Salí una hora antes que los holandeses así que marqué mi propio ritmo, que fue lento, no solo por la dureza del trazado sino porque ya empieza a hacer huella en mi el cansancio acumulado. Fue una de las etapas más duras de este viaje. Un sube y baja rompedor de piernas que me dejaron muy cansado a la llegada a Chaquilla donde me quedé a dormir. Los holandeses siguieron 20 km. más y ya no volvimos a coincidir.

De nuevo tuve que aceptar el alojamiento que me ofrecieron, del mismo corte, cutre y falto de higiene. 
"Discreta" entrada al "aseo"
Interior del "aseo

Patio y puerta abierta a mi dormitorio
Me envolví en mi saco de dormir y me eché en la cama tapado con dos mantas. Hizo una noche de frío intenso, tanto que amaneció con hielo en los ríos y una leve nevada que dejo una estampa blanca en el entorno.

La verdad es que miré mucho al cielo antes de decidirme a arrancar por la mañana. Muchas nubes y ni rastro del sol tan deseado. Afortunadamente, el tiempo me respetó y pude moverme entre montañas en un sube y baja de ladera en ladera y de cerro en cerro. 

Los ocho últimos kilómetros antes de chaquilla fueron propios de un desierto. Aquí hay mucho llano, mucha arena y viento; y todo ello se confabuló para atacarme frontalmente como demuestran las fotos y los pequeños vídeos que grabé. Me costó Dios y ayuda recorrer esos últimos kilómetros.
                                                      VIDEO1     VIDEO  2

Y aquí cumplo dos días sin poderme duchar. Duermo incluso vestido, dentro del saco. Menos mal que no hago vida social porque en la distancia corta debo oler un poco mal.

Llevo muchas jornadas, desde los días de Cuzco y Potosí, que no bajo de los 3850 m.s.n.m. y eso afecta al cuerpo porque sigue faltándome oxigeno. Por eso, aquí en Potosí, he decidido tomarme dos días de descanso y recuperarme no solo de la fatiga, sino también del intenso frío que he pasado. Hoy si, me he gastado el dinero, pero tengo un lugar decente donde descansar.

Lo he dudado un poco pero finalmente voy a ir de visita a una de las antiguas minas de plata y meterme en sus entrañas como un minero más.
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Como nota curiosa debo decir que en estas ultimas etapas he visto miles y miles de llamas pastando por el altiplano.
Las señales de advertencia sobre el cruce de estos animales son tantas que aburre verlas. Me gusta pasar cerca de ellas y comprobar con qué parsimonia caminan y el grado de indiferencia con que miran hacia el viajero, hasta con cierto desdén, diría. Caso contrario es el de las vicuñas que salen corriendo al trote, como aterrorizadas.

Y la fauna también es llamativa. Esto esta desértico así que los cactus y el bajo matorral es abundante. Hay unos arbustos algo mas altos que parecen pequeños árboles y, al igual que los cactus, están provistos de una púas absolutamente amenazadoras. A veces están tan cerca entre sí que se tocan, pero imagino que entre plantas poco daño se harán.


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